Sierra Espuña Viva

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Historia

  Sierra Espuña, cubierta de extensos bosques cuya tranquilidad sólo queda alterada por la carrera de una ardilla tronco arriba o por el ulular nocturno del cárabo, esconde, sin embargo, un tortuoso pasado plagado de acontecimientos.

La revisión de archivos y documentos antiguos nos permite, gracias a un esfuerzo de imaginación, reconstruir una sierra poblada por extensos pinares y encinares, y recorrida por toda suerte de animales hoy ausentes, tales como lobos, ciervos, cabra montés o quebrantahuesos. La pérdida de algunas especies se vio cierta y desgraciadamente acelerada por la mano del hombre. Los lobos fueron muy perseguidos por los daños que causaban en la cabaña ganadera. Otras alimañas tampoco escaparon a esta persecución; tejones, gatos monteses, garduñas, turones, linces, águilas, halcones, búhos, etc., fueron objeto de caza y recompensa. También en el libro de Montería de Alfonso XI dice lugar de osos, en el S. XIV.

En cuanto al manto vegetal, parece que los bosques dominantes eran los pinares y los encinares. Los primeros en zonas más bajas de la sierra, y los segundos (mucho más abundantes que ahora) en las partes altas de la misma.

Todo este panorama fue cambiando paulatinamente, pues Espuña, durante mucho tiempo, fue aprovechada para la ganadería, tanto local como trashumante. Los pastos y la bellota eran importantes recursos para los municipios, que arrendaban las dehesas para su aprovechamiento.

Los intentos de puesta en cultivo de nuevas tierras hacen que se roturen matorrales y bosques con objeto de abrir tierras para agricultura; parece que a principios del siglo XVI ya se cultivaba Prado Mayor. Igualmente se producen talas de pinar para el aprovechamiento de las maderas y durante este tiempo no son raros los enfrentamientos entre aquéllos que defienden los intereses ganaderos y los que pretenden ganar terrenos para la agricultura.

Por el siglo XVI, una importante actividad económica se implanta en las umbrías de la sierra. La nieve y el hielo fueron aprovechados gracias a la construcción de grandes depósitos construidos a más de 1.300 metros de altitud en un complejo nevero integrado por 25 pozos. El auge de la actividad se alcanzó entre los siglos XVII y XVIII, extinguiéndose en el primer tercio del siglo XX.

A mediados del siglo XVIII, los montes pasan a ser gestionados por la Marina. Esta medida queda encuadrada dentro de una política de rearme naval emprendida por la monarquía borbónica que hace necesario conjugar el aprovechamiento de la sierra por parte de la Marina, que extrae madera y carbón, con el uso que los vecinos han dado tradicionalmente al monte.

Pero el crecimiento de la población, provoca el aumento en la demanda de recursos como madera, tierra para cultivar, pastos para ganado y agua; igualmente la Marina demanda grandes cantidades de madera. Esta situación hace que ya a principios del siglo XIX la sierra adolezca de graves males como deforestación y erosión, debidos a la sobreexplotación de su patrimonio natural. Otro acontecimiento que marca la historia de Sierra Espuña y sus pobladores es la desamortización del territorio, amparada por las leyes de Mendizábal y Madoz a mediados del siglo XIX. El monte pierde su carácter comunal y pasa a manos privadas, perdiéndose buena parte del interés social de los bosques, que abastecían de leña, caza, pastos y otros bienes a los vecinos.

La maltrecha sierra, ya a finales del XIX, presenta una esquilmada cubierta vegetal. Sin un bosque protector y con los suelos desnudos, los riesgos de erosión y de avenidas eran muy altos. En 1877, una riada causa 5 muertos en Totana, una desgracia apenas comparable con la acaecida en 1879. Murieron entonces 761 personas en Lorca y Murcia, además de los cuantiosos daños materiales. Ante esta situación de alarma social, se crea en 1888 la Comisión de Repoblación de la Cuenca del Segura.

En la última década del siglo XIX se inician diversos trabajos hidrológico-forestales con el fin de restaurar la cubierta forestal de Sierra Espuña y evitar sucesos desgraciados como los ocurridos años antes. Al frente de estos trabajos quedan tres ilustres ingenieros: D. Ricardo Codorníu, D. José Musso y D. Juan Ángel de Madariaga.

Se llevaron a cabo estudios sobre el clima, los suelos y la vegetación de la sierra, con el objeto de garantizar el éxito de los trabajos. Además, se construyó una importante red de infraestructuras de apoyo a las labores, como caminos, sendas, puentes, diques, viveros, etc.

Desde inicios del siglo XX, una cascada de acontecimientos se sucede en la sierra. Se inician los campamentos de exploradores, se construye el sanatorio antituberculoso, un hotel y una carretera que une Huerta Espuña y Alhama. En 1931 se declara Sitio Natural de Interés Nacional; esta consideración afecta a más de 5.000 hectáreas del corazón de la sierra. En 1973 se crea la Reserva Nacional de Caza, donde el trofeo estrella es el arruí. En 1978 se amplía la protección a más de 9.000 hectáreas, con la categoría de Parque Natural. En 1992 se reclasifica a Parque Regional, y en 1995, con la integración de los montes de Mula, alcanza su actual superficie, 17.804 hectáreas. Quedan éstas protegidas bajo la figura de Parque Regional. En 1998 se crea la Zona Especial de Protección para las Aves de Sierra Espuña; en el 2000 se designa como Lugar de Importancia Comunitaria.

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